lunes, 30 de diciembre de 2013

¿Por qué tanto enojo? Teledirigido al photoshop, a las horas muertas frente a la pantalla, a las palabras volátiles. Enojo casi inexplicable hacia lo muerto, lo que se descompone. No sé por qué les costará tanto aceptar que hay algo vivo, acá mismo, más abajo del under, más profundo que en los años más largos de psicoanálisis. Darse de frente con la sumisión, tratar de entender por qué hay quien prefiere chocar como una mosca contra un cristal claro y transparente. Y limpiarlo con la lengua llena de lavandina, analizar su grosor, su dureza, su temperatura, para convencerse de que es impenetrable, o mejor, de que la verdadera prisión está ahí afuera, o adentro del cuerpo finito de las moscas. Así es imposible sostenerse sin destrozarse a cada golpe contra el vidrio, atontándose, al punto de convencerse de que ya nada importa y de que no queda más que llenar la muerte con photoshop, con horas eternas frente a la pantalla, con palabras vacías.

domingo, 29 de diciembre de 2013

¿Alguna vez habrá sido fácil
mirar a través de los años,
existir
en las letras, las palabras
en la guerra, en las armas?
Fuera de esta película, que todo lo cubre,
las ficciones
las mentiras enloquecidas
por llegar a algún lugar,
hasta que se evaporan,
se rinden.
Nada es grande
nada es importante
más que girar, y caer siempre
sobre los propios pies,
y que los destrozos propios
y los ajenos
no nos toquen.
Lo peor de está época debe ser
no poder mirarla a la cara,
la necesidad imperiosa de evadirse,
tener el privilegio dudoso
de ahogarse en la superficie.

Zapping

Tengo problemas para decir que quiero besar lo más hondo de su humedad, y problemas para mantener ese deseo. Me aburro espantosamente: miro unos rasgos bellos y me basta con sostener la mirada para que empiecen a desdibujarse, escucho una conversación interesante y encuentro inevitablemente tropezones de sentido común y de miserias, construyo fantasías que me avergonzaría de contar hasta que se vuelven insulsas y me asquean. Y entonces ladeo la cabeza hacia otro lado, perfilo otra silueta que deseo más que la anterior, imagino tan fuertemente que me llego a transfigurar, a creer de verdad que tengo interés en alguien al azar. Mi hipnosis dura más o menos, dependiendo, como en el zapping, de que fortuitamente encuentre alguna ficción más o menos creíble. No me he movido del lugar mientras todo esto ocurre.

jueves, 26 de diciembre de 2013

Querer. Yo qué sé. Es como un cuadro pintado con algunas pinceladas vitales, sin bocetos y donde dolorosamente lograba entrever algún futuro dudoso. Querer. La desesperanza siempre fue el lienzo de fondo que me desafiaba. Pintar sobre esa angustia y luchar por la imagen descolorida que quedó, es lo único que me hace quererla y no descolgarla de la pared.

martes, 10 de diciembre de 2013

Un poco de emoción, por favor. ¡Maldita abulia! Esto pasa por mirar por la ventana y esperar más de lo que hay. Con razón tantxs poetas se volvieron locxs. Buscarle la vuelta a la lluvia, el amor, la muerte, para que nos digan que hay algo más allá, tiene un límite…
Me despierto y quiero seguir soñando que el pelo me crece y una desconocida me lo acaricia con los dedos. En los sueños la piel es más suave y el sexo es más caliente y la felicidad más duradera. No hay madres culposas ni trabajos pesados ni dolores ni hastíos. No es real, pero casi lo creemos. Los religiosos me parecen menos patéticos cuando recién me despierto de un sueño.

martes, 3 de diciembre de 2013

qué es una oportunidad
una falsa esperanza retrospectiva?
mirar hacia atrás, y decir,
qué estúpidx que fui
que soy...
las únicas dos alternativas que veo
son rifarme por entero
o esconderme,
en ambas estoy
detrás del mismo cristal,
el de la indiferencia.

lunes, 2 de diciembre de 2013

Presente

No es tan fácil como decir presente. La presencia es algo más que el hoy, el ahora. Estar presente es poner el cuerpo. Nada más. Soy tan tajante en esto de estar o no estar, que me cuesta reconocer ante mí misma los largos períodos en que no estoy. En los que estoy nadando en una neblina roja con regusto a culpa. En los que mi única decisión pasa por el no. No estar, no arriesgar, no importar. Desaparecer. Nunca sé en qué momento me encuentro del otro lado del vidrio y siento que mi presencia se hace fuerte y se vuelve tan bestial mi desprecio a las presencias virtuales, falsas, las que quieren hacerme creer que se puede vivir bien detrás de ilusiones malparidas. No me dan lugar a la piedad. Aunque seguramente todxs, como yo, se revolvieron en una cama con alguien encerrados en sí mismxs, pasaron un día importante mirando al techo y lamentándose, fantasearon durante horas con romper una prohibición sin tener el valor de hacerlo. Y bueno. Por eso lxs odio tanto.