martes, 10 de diciembre de 2013

Me despierto y quiero seguir soñando que el pelo me crece y una desconocida me lo acaricia con los dedos. En los sueños la piel es más suave y el sexo es más caliente y la felicidad más duradera. No hay madres culposas ni trabajos pesados ni dolores ni hastíos. No es real, pero casi lo creemos. Los religiosos me parecen menos patéticos cuando recién me despierto de un sueño.

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