domingo, 2 de noviembre de 2014

Me revuelvo en la angustia sin motivo aparente y soy al mismo tiempo como un bebé que llora y como su madre desesperada por calmarlo, porque no sé qué es lo que pasa y al mismo tiempo siento razones profundas e irrefutables. ¿Por qué tu perfume me provoca ganas de hundirme en vos y al mismo tiempo de golpear una pared hasta que me sangren los nudillos? Te odio, te odio y te quiero lejos hasta que te acercás y un imán irresistible me hipnotiza, te quiero tanto como quiero a un gatito abandonado yo los levantaba llenos de pulgas y sarnosos y llegaba a casa a escuchar el suspiro resignado de mi madre porque yo no podía concebir el abandono y quería proteger a los más débiles como yo no quiero que sufran y ahí me acostaba en esa habitación de pesadilla a compadecerme de personajes imaginarios que sufrían a llorar por otros porque por mí no aprendí a llorar hasta mucho más tarde y no me gusta contar prefiero tratar de olvidarme pero ya aprendí a no dejar que siga creciendo como un monstruo de vez en cuando lo acaricio para que no se ponga como una fiera cuando lo ignoro, es como un perro atado y a veces necesita que hablen de él pero uno lo hace como hablaría de esos hijos deformes o retardados de los libros y las películas y al final no queda otra que tenerle lástima, tengo lástima de todos pero no de mí no quiero tener lástima entonces no soporto que te acerques y me recuerdes el dolor pero es injusto que te rechacen me dolió me pregunto si sentís lo mismo y si también estás guardando un monstruo quizás ni siquiera lo has descubierto todavía y no sepas por qué algunos días son negros como estos y si alguna vez puedas ponerlo en palabras igual después de todo no sé hasta que punto sirve las palabras son palabras nada más como las tuyas las mías y estamos más jodidas de lo que parece antes de que nos encontráramos las dos quién sabe jugábamos con fuego a veces me gusta caminar en el borde de la angustia pensar que ya soy fuerte y que puedo sostener el equilibrio en la cornisa preguntarme si puedo sostenerte también o si vas a arrastrarme con vos hacia el vacío.

martes, 2 de septiembre de 2014

Hola de nuevo, angustia de los mil colores. Me agarrás del cuello con esa suavidad que no puedo resistir, y me siento como una secuestrada que le dice por teléfono a sus hijos que está bien. Ahora ya no sé salir de este pantano sucio sin parecer una loca o una bebé, y soy un poco ambas, lo sé y no quiero escucharlo en boca de alguien más. Juego a elegir caminos y elijo primero el que está afuera, el huir apresurado antes de sentir más, antes de empezar a sangrar, aunque ya siento un corte microscópico en el pecho, aireándose de vez en cuando, doliendo en la intimidad de las 4am. No puedo enfrentarme a esto, ni siquiera con palabras. Me pregunto si habrá algo más patético que una leprosa escondiendo sus escaras. Por alguna razón creo que eso tiene un poco más de dignidad que dejarlas a la vista de todo el mundo, aunque quizás por una vez lxs leprosxs deberíamos gritar al sol nuestras heridas, salir del lazareto inmundo donde nos confinan. Y al intentarlo la vergüenza y la culpa me enloquecen, siento la sal cocinándose en mi sangre y el deseo de volver a la naturaleza primigenia que me cure, a recibir el bálsamo verde y negro de la tierra, a olvidarme de mis primeros pasos tortuosos fuera del agua y replegarme como un renacuajo. Te sería sincera si pudiera, si no sintiera este terror: estoy paralizada, tengo miedo de seguir y tengo miedo de parar. Quiero acariciar tu piel hasta que no notes que te arranco la piel a dentelladas, quiero buscar ese imposible en tu carne perfumada, eterna hasta que se borra con la luz insoportable del día y veo que no te tengo y que tampoco quiero tenerte porque no sos vos la que me interesa sino algo que está más allá y por alguna estúpida razón sigo buscando adentro tuyo en tu humedad interna que me obsesiona y repugna como tu mente, tu corazón escondido y abierto como el mío que no encuentro aunque lo intente. Me destroza no poder decirte que te odio en tu reflejo odioso de mí misma, que detesto el cuerpo inverso que se dibuja al acariciarte, la boca que siente tu boca y acaricia con su lengua deseosa la mía que detesto y de la que no puedo desprenderme. Mi cuerpo no es utópico, Michel, quiero tu cuerpo sidoso y tu cabeza deformada, tu torpeza frente a un auditorio que escucha con la boca abierta. El tuyo está ahí al hacer el amor, reconcilia la (pequeña) muerte y el espejo. El mío no está aquí, por mucho que lo intente.

lunes, 1 de septiembre de 2014

Siempre queriendo algo de que dudar, enemiga de cristalizar certezas que estallarán como espejos, en miles de pedacitos dolorosos de mí misma. Estoy nadando en un mar espeso y me duelen los brazos, y ya no estoy tan deseosa del sol. Acerco una mano a su espalda suave y desnuda y me siento lejos de ese sol, espesamente sumergida en un mar de sábanas y oscuridad, y me pregunto por qué se me hace este nudo en la garganta, por qué quiero llorar como un bebé recién nacido, violentamente echado al mundo áspero. Pero la espalda de ella no es áspera, es suave, suave como el silencio y perfumada como un día sin miedos, y su suavidad me hace sentir más desolada todavía, más ansiosa de llorar como un niño que no alcanza un caramelo; y sospecho que no voy a alcanzarlo nunca, ni aunque pase la lengua por cada centímetro de piel, ni aunque mis dedos penetren con ansiedad en su interior cálido (mientras me pregunto si sería más feliz con un pedazo de carne entre las piernas, como dijo Simone y odié), y está bien, sé que no hay algo que encontrar, ni aunque intente devorarla desde el centro mismo de su cuerpo, desde la selva lúbrica que me acalora pero donde me siento como una invasora ajena. No hay nada que encontrar excepto esta angustia que crece y se dispara como dardos venenosos, inconfundibles, que me avergüenzan. Intento hablar y balbuceo, y si fuera por mí rompería todo, todo, gritando y destrozando lo que encuentre hasta sentir que la angustia y la vergüenza se han ido por lo menos por un segundo, que se alejan de mi cuerpo que siento cubierto de una película viscosa y de mi mente ensombrecida a todas horas, no a todas, sino sobre todo en esas donde algún cuerpo desnudo aparece, enfrentándome a mi propia humillación. Me llega, como la menstruación, el impulso de empujarte muy lejos, y ya no sé si es para proteger a quién, si a vos o a mí o a una que soy yo pero ya no.  

domingo, 8 de junio de 2014

Girar
como un gato tratando
de no darle la espalda
a nadie.

Exponer la panza
a las caricias
mientras muerde la culpa
humillante
de echarse en el suelo

Una cosa es desnudarse
con la sangre subida a los genitales
y otra
que nos devuelvan el reflejo.

No debería, pero sí
da vergüenza
nuestro lado animal
ocupa los espacios

Y además de eso
somos sólo niños
mintiendo claramente.

Sonreímos
con piedad cómplice
y esperamos
lo mismo de los otros.






jueves, 8 de mayo de 2014

He conseguido
arder
dejando escapar mi cabeza
de mis propias
jaulas

No hay
nada que buscar
buscando
sólo se llega a nuevas cárceles

Tal vez parezca que no, pero
lo son
sólo que quizás
el sol se filtra un poco
por entre las rejas

Y nada,
se hace difícil escribir
sobre lo que no existe,
yo misma me aburro de intentarlo.

Dejar estas palabras
inconclusas
o intentar
una salida espectacular

No.
Escuchar
el latido instintivo
después de todo
¿cuántos esclavos insurrectos
escribían
la palabra
libertad?

Somos hordas
sucias y salvajes
contra la rueda del progreso.
Negros
Putas
sin dientes
ignorantes

Así está bien
barbarie
démosles barbarie
y suplicarán
arrepentidos.
Estoy pariendo y nunca termino de parir. Como los bebés, lo que sale de mí parece ser su propia compensación. Tengo un bebé porque lo amo y lo amo porque tuve un bebé y de la misma manera parece que todo lo que estoy pariendo tengo que quererlo por sí mismo, y en parte es así hasta que haya otro orden de las cosas. Robarle minutos de nada al día. Por favor, ¿alguien puede decirme qué es la vida? Con los años vuelvo a balbucear como un bebé y realmente ya no importa si lo que escribo se entiende o no (y probablemente nunca se entendió) pero no me importa, necesito volver a balbucear y a gatear. ¿Y si empezamos otra vez, de nuevo? ¿Cuántas hojas en blanco podemos borronear?

lunes, 14 de abril de 2014

Olas de ira. Marea baja. Cae la tarde y el anochecer y rompen contra la costa y me sepultan, Ira cansada, empetrolada. Que trae cadáveres muertos de peces y medusas. Tentáculos babosos, baba que gotea una especie de bilis enrarecida. Hoy mi enojo está dirigido a cualquier parte. Es mejor decir adiós al día. El sol se pone en su ciclo infinito y a veces desearía que no salga. Pero siempre sale. Somos inmortales, por desgracia.

sábado, 5 de abril de 2014

Tengo cosas mejores que publicar. De estas sólo se puede escribir una muy de vez en cuando y aun así no será de las que brillen. Me levanto con dolor en los huesos y músculos. Cuello. Espalda. Dientes. Dormí vestida y en el sillón. Lista para cualquier cosa, pero cuando llegó la hora de levantarse el cuerpo me pesaba. Mi cuerpo se acostumbró a producir endorfinas, una vez que me levanto se me llena el pecho de una felicidad estúpida. Pienso que la culpa es un gran motor, hasta cierto punto. Después de eso el cuerpo se rebela, reniega de ese sentimiento tan martirizador. ¿No puedo seguir con pequeñas dosis de inofensiva culpa papal? Unas gotitas de un frasco con la cara de Bergoglio directo del Vaticano. Vivir sin un dios es tener los ojos tan abiertos que a veces resulta insoportable.

jueves, 20 de febrero de 2014

EL MAL DE SÍ

Detente, muerte:
                tu infernal chorreando
escampar hace las estanterías,
la purulenta salvia los baldíos
de cremoso torpor tiñe y derrite,
ausentando los cuerpos en los campos:

los cuerpos carcomidos en los campos barridos por la lepra.

Ya no se puede disertar.

Ve, muerte, a ti.
Encónchate sin disparar el estallido de la cápsula.
Escondida que no seas descubierta.
Pues una vez presente todo lo vuelves ausencia.
Ausencia gris, ausencia chata, ausencia dolorosa del que falta.

No es lo que falta, es lo que sobra, lo que no duele.
Aquello que excede la austeridad taimada de las cosas
o que desborda desdoblando la mezquindad del alma prisionera.
Mientras estamos dentro de nosotros duele el alma,
duele ese estarse sin palabras suspendido en la higuera
como un noctámbulo extraviado.

Néstor Perlongher
Supurar
mis sueños
anoche estaban 
poblados de rencor
como si dejara brotar
un odio escondido,
ahogado a la luz del sol
había un estúpido beso en mi mano
ansioso
y compuesto
poniéndole límites
a mi propia imaginación

los mismos temores
y desesperanzas
anclados
en la noche
vuelven
negocian su partida
y yo sólo quiero
que se despidan

como quienes
(no creo en esas cosas)
se fueron
y no se enteraron

siguieron
desdoblándose,
haciéndose fantasmas
que conviven
desgraciados.

miércoles, 29 de enero de 2014

Únicamente quien supiera contemplar su propio pasado como un producto de la coacción y la necesidad, sería capaz de sacarle para sí el mayor provecho en cualquier situación presente. Pues lo que uno ha vivido es, en el mejor de los casos, comparable a una bella estatua que hubiera perdido todos sus miembros al ser transportada y ya sólo ofreciera ahora el valioso bloque en el que uno mismo habrá de cincelar la imagen de su propio futuro.

Walter Benjamin

lunes, 20 de enero de 2014

“No se enamore nunca de ninguna criatura salvaje, Mr. Bell –le aconsejó Holly–. (…) no hay que entregarles el corazón a los seres salvajes: cuanto más se lo entregas, más fuertes se hacen.  Hasta que se sienten suficientemente fuertes como para huir al bosque.  O subirse volando a un árbol.  Y luego a otro árbol más alto.  Y luego al cielo.  Así terminará usted, Mr. Bell, si se entrega a alguna criatura salvaje.  Terminará con la mirada fija en el cielo.(...) Es mejor quedarse mirando al cielo que vivir allí arriba.  Es un sitio tremendamente vacío.  No es más que el país por donde corre el trueno y todo desaparece.”

Truman Capote. Desayuno en Tiffany´s.

jueves, 2 de enero de 2014

Por qué jugaré cuando sé que voy a perder
desde un principio,
me estiraré los nervios,
sabiendo exactamente lo que no quiero
y abrazándolo,
queriéndolo,
agarrando el camino pedregoso
y sin luz,
sin velas
desierto
donde lo único claro
es el no,
no, no,
lo sabemos
todos,
y donde sí,
no llego
no quiero
tengo miedo

acá
abajo
nadie espera mucho
nadie pide,
tampoco
yo.