lunes, 30 de diciembre de 2013

¿Por qué tanto enojo? Teledirigido al photoshop, a las horas muertas frente a la pantalla, a las palabras volátiles. Enojo casi inexplicable hacia lo muerto, lo que se descompone. No sé por qué les costará tanto aceptar que hay algo vivo, acá mismo, más abajo del under, más profundo que en los años más largos de psicoanálisis. Darse de frente con la sumisión, tratar de entender por qué hay quien prefiere chocar como una mosca contra un cristal claro y transparente. Y limpiarlo con la lengua llena de lavandina, analizar su grosor, su dureza, su temperatura, para convencerse de que es impenetrable, o mejor, de que la verdadera prisión está ahí afuera, o adentro del cuerpo finito de las moscas. Así es imposible sostenerse sin destrozarse a cada golpe contra el vidrio, atontándose, al punto de convencerse de que ya nada importa y de que no queda más que llenar la muerte con photoshop, con horas eternas frente a la pantalla, con palabras vacías.

No hay comentarios:

Publicar un comentario