sábado, 5 de abril de 2014

Tengo cosas mejores que publicar. De estas sólo se puede escribir una muy de vez en cuando y aun así no será de las que brillen. Me levanto con dolor en los huesos y músculos. Cuello. Espalda. Dientes. Dormí vestida y en el sillón. Lista para cualquier cosa, pero cuando llegó la hora de levantarse el cuerpo me pesaba. Mi cuerpo se acostumbró a producir endorfinas, una vez que me levanto se me llena el pecho de una felicidad estúpida. Pienso que la culpa es un gran motor, hasta cierto punto. Después de eso el cuerpo se rebela, reniega de ese sentimiento tan martirizador. ¿No puedo seguir con pequeñas dosis de inofensiva culpa papal? Unas gotitas de un frasco con la cara de Bergoglio directo del Vaticano. Vivir sin un dios es tener los ojos tan abiertos que a veces resulta insoportable.

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